Todavía quedan olivas en las ramas.
A pesar de la sequía y la especulación, todavía se desperdician inmensas cantidades de estas píldoras de salud permanente.
Invito a jugar una experiencia saludable.
Hay que meter en la boca una oliva madura cruda, mejor pequeña, y el premio es irla pasando entre lengua, dientes y encías -sin morderla- hasta que la saliva y el calor vayan ablandando y quitando el amargo del fruto.
Son bastantes minutos de juego.
El castigo es sufrir el amargo cuando se muerde accidentalmente antes de lo debido.
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